Un día, una partida de ajedrez ganó una guerra. No fue una batalla lúdica, sino que significó una victoria trascendental dentro de una de las luchas más largas y sangrientas de la era moderna. Quizás, la independencia de EE. UU. hubiera sido una contienda mucho más trabajosa o imposible- si el coronel Johann Rall, al mando de las fuerzas británicas en Trenton, en 1776, hubiera dejado de lado su juego de ajedrez para leer una crucial carta que revelaba la estrategia de las fuerzas de George Washington. No ocurrió. Desde entonces ganó fama internacional la relación entre el juego que emula a un combate y la política. La contienda electoral que estremecerá al país en cuestión de días, y luego en octubre, no es muy distinta a una disputa de ajedrez. Como si fueran los históricos Bobby Fisher o Garry Kasparov, el Gobierno, Cristina Kirchner, la Justicia, los inversores y la sociedad entera estudian sus fichas y calcula sus próximos movimientos. La resurrección política de la ex presidenta, impensada tan sólo un año atrás cuando hasta sus peones la abandonaban, paraliza a todos. El país entero parece unirse, con amor y espanto, en una sola incógnita: ¿qué pasa si gana? LA GRAN VICTORIA. El fantasma que recorre los pasillos de la Casa Rosada es la posibilidad de un importante triunfo de Cristina. Si nos gana por más de seis o siete puntos, o si llega al 40% del electorado, va a ser un problema, admite uno de los máximos funcionarios del Gobierno, aunque descarta que eso ocurra. El oficialismo tiene varios temores en caso de que la líder del extinto FPV los aventaje por mucho: la gobernabilidad y los vaivenes judiciales. Un crecimiento de la imagen de CFK le daría más poder a los gobernadores, que se sabrán fundamentales aliados frente a la amenazadora presencia del kirchnerismo. El liderazgo de CFK sería usado como un arma de negociación, y le sacarían más cosas al Gobierno, dice uno de los políticos de la mesa chica. El filósofo Marcos Novaro retruca: Obligaría al Gobierno a negociar más. La figura de Cristina sería usada por los peronistas no K, muchos le votarían proyectos sólo para demostrarle al Gobierno lo frágil de su situación. La Justicia es otro poder en vilo. Ernesto Sanz, uno de los fundadores de Cambiemos, y quien sonó como primer alternativa para ser ministro de Justicia -muchos especulan que sigue teniendo un pie en ese mundo-, evalúa: En la Justicia habría un impacto negativo. Es un espacio muy acostumbrado a los vaivenes políticos, y si gana por tanto CFK, van a hacer la plancha, esperando 2019. Hugo López Carribero, abogado penalista y escritor, matiza la idea: Si bien en Comodoro Py siempre se espera un guiño del poder, hay causas que ya no se pueden frenar. La del dólar futuro, que ya fue elevada a juicio oral, no se puede manejar políticamente. Los temores que el Gobierno comparte con el círculo rojo y el mundo de las finanzas se ven respaldados por las encuestas. Aunque en la intimidad del PRO se admiten un par de puntitos abajo, un estudio de la la consultora Rouvier y Asociados, que compiló los resultados de una quincena de las encuestadoras más importantes del país, arroja resultados distintos: la ex presidenta tiene un promedio de intención de voto del 33,7%, más de cinco puntos arriba de los candidatos de Cambiemos. Son, hasta ahora, los números más confiables para estudiar. Uno de los economistas más consultados del ámbito bancario analiza el impacto de una eventual victoria de la ex presidenta: Depende de por cuánto gane. Sería una señal para la inversión real, incluso más que para la financiera, porque se pondría en duda la continuidad de las reformas. La Argentina es muy dependiente del financiamiento externo para cubrir un déficit fiscal rígido y alto. Si se altera el flujo o el costo de ese financiamiento, va a haber que ajustar o tomar crédito en el pequeño mercado interno, con lo que dejaría sin crédito al sector privado. Esto afectaría directo la economía. Si gana por mucho, habrá devaluación y el Gobierno no podrá hacer casi nada. Otro economista de la banca extranjera advierte que si la ex jefa de Estado se impone por mucho subiría el riesgo país y quizá debería hacerse un ajuste más profundo que el pensado. El diputado y economista de 1País Marco Lavagna alerta que el actual modelo económico dependiente de la deuda con capitales especulativos externos termina mal porque tarde o temprano se acaba el giro de recursos, pero si gana Cristina en octubre este final se acelera. Su colega kirchnerista Axel Kicillof comparte parte de la visión: El problema no es si gana o no CFK sino si (Mauricio) Macri sigue con esta política económica. Lavagna amplía: Si la diferencia es muy grande, cosa que no creo, los inversores verán que el resultado es irreversible y las señales serán más negativas. Si triunfa por poco en agosto, puede que parte del flujo de financiamiento externo se retraiga un poco, pero nada raro ocurrirá hasta octubre porque el Banco Central tiene margen de maniobra. El economista massista descree de quienes menosprecian una victoria kirchnerista acotada a la provincia donde vota el 37% de los argentinos: Si no fuera importante Buenos Aires, hoy no tendría ruido en los mercados. Una victoria de peso de CFK allí sacudiría de lleno todo el tablero. Sobre todo el peronista. Explica Jorge Landau, ex diputado e histórico apoderado del PJ: Si armás una estructura fuerte ahí, luego (en 2019) tenés muchas chances de ganar. Y si jugás, con chances, en el peronismo muchos se te van a sumar. Puede haber una recomposición del voto peronista. Dos intendentes del sur conurbano duro, alineados con Florencio Randazzo, comparten la visión: Los números nos dan que CFK puede llegar a sacar hasta 50% en nuestras localidades. Si sale así en octubre, nos vamos a tener que ir con ella. Si CFK se vuelve a mostrar como un actor de peso, el peronismo haría lo de siempre: ir detrás del caballo ganador, aún cuando hayan diferencias de piel o estratégicas. Pondría al peronismo en una situación de interrogante: todos los que soñaban con una renovación van a tener que moderar sus intenciones, al menos hasta que aparezca otro actor de peso, dice el consultor político Carlos Fara. Sanz complementa: Una victoria así poné más en jaque al peronismo, que va a tener que definir su futuro, que al Gobierno. Hay otro escenario que el Gobierno no quiere ni imaginar. Ese sería en el que ellos salgan terceros, por detrás de Sergio Massa y de CFK. Es el panorama que esperan los seguidores del tigrense. Las encuestadoras Management & Fit, González y Valladares y las de Hugo Haime, Raúl Aragón y Enrique Zuleta Puceiro no descartan este escenario, e incluso las últimas dos lo dan segundo al líder del Frente Renovador. Uno de los peronistas que conducen su espacio porteño se entusiasma por lo bajo: Si eso pasa, Macri no llega a diciembre. En cualquier caso, una abrumadora victoria del kirchnerismo plantearía la gran duda: ¿lucha y vuelve Cristina en 2019? PASO A PASO. El resultado más posible es que CFK gane por menos de cinco o seis puntos en agosto y luego repita la victoria en octubre con números similares. Es lo que espera el Gobierno, que ya adaptó su estrategia frente a tal resultado. No cambiaría nada. Ella va a controlar a seis o siete senadores, como mucho, pero va a seguir sin el apoyo del peronismo y figurando en pocos distritos, minimizan desde la Casa Rosada. La afirmación es cierta a medias: Unidad Ciudadana está inscripta en sólo cinco provincias (Buenos Aires, Neuquén, Chaco, Misiones y Catamarca), pero en nueve más el kirchnerismo va dentro de distintas alianzas. El oficialismo está pensando en el diario del lunes 14 de agosto: Somos la única fuerza a nivel nacional, donde vamos a ganar. Vamos a sumar más gente en el Congreso. Esta aseveración, muy repetida dentro de la Rosada, también es matizable. Es verdad que Cambiemos sumará bancas porque se renuevan las elegidas en 2013, cuando el PRO no tuvo una gran elección. El panorama es prometedor para ellos: renuevan 40 bancas de las 127 que hay en juego en Diputados y tres de las 24 que se disputan en el Senado. Salvo que el Gobierno tenga una muy mala performance electoral, debería sumar políticos en ambas cámaras, aunque no le alcanzaría para una mayoría propia. En la Legislatura bonaerense van a cambiar los números: el kirchnerismo, que se había partido, quizás se pueda unir. Cambiemos también va a sumar bancas, mientras que el massismo va a perder. Este Legislativo se va a polarizar y eso puede complicar la gobernabilidad, asegura el politólogo y docente de la UCA Ignacio Labaqui. Según sus cálculos, en la provincia CFK obtendrá 12 o 13 diputados y uno o dos senadores. La llegada de la ex mandataria al Senado nacional sería una dificultad en sí misma para el oficialismo. Un político que compartió varios años con ella en la Cámara asegura: Más que en los números, va a sumar mucha atención mediática. Va a tener un impacto retórico e intentará disputarle el espacio peronista a (Miguel) Pichetto. El líder del PJ en el Senado mantiene un perfil bajo -se negó a declarar para esta nota- y se especula con que los cañones de CFK van a apuntar contra él, con la esperanza de aumentar sus números. El líder del FPV en Diputados, Héctor Recalde, asegura que la llegada de Cristina obligaría a todos los sectores a definir si son oposición u oficialismo. Sería más fácil la unidad si ella gana, dice. Una victoria pírrica de la ex presidenta tendría un costado redituable para el oficialismo. La convierte en candidata natural para 2019, y para el PRO eso sería repetir 2015, revivir la grieta y el ballotage, dice el doctor en Historia Hernán Camarero. El presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Miguel Etchevehere, dio un encendido discurso anti K en la inauguración de la última exposición de Palermo, pero está confiado en que, aunque se imponga Cristina, la política económica seguirá igual. Va a ser sólo una senadora, que además puede quedar aislada en su bloque, prevé Etchevehere, que destaca la inversión actual del campo y desestima que dependa de una elección legislativa. No obstante, reconoce que se necesitan condiciones similares a los países competidores. El economista Fabio Rodríguez, de la consultora M&R, opina que si Cristina gana las PASO, va a haber una ronda de presión devaluatoria más y el Central va a tener que estar en guardia para tratar la volatilidad que tendrá el peso durante los dos meses que vengan hasta octubre, pero sería manejable.Si gana en octubre, se va a inclinar más en contra la cancha para trabajar las reformas estructurales que quieren los inversores, como la laboral y la previsional, agrega Rodríguez. Puede haber reformas deshilachadas, una economía mediocre hasta 2019, menos mejora social, financiamiento más escaso para obras públicas. La inversión real seguirá alicaída, pero no por culpa de Cristina sino por la falta de sustentabilidad de la política económica de Macri, razona el economista de M&R. Si Cristina gana por poco, no habrá grandes alteraciones en el mercado ni grandes cambios en la economía, pronostica Luis Dubisky, socio de la consultora First Capital Group. Esto es malo porque el Gobierno debería acelerar reformas porque la economía está trabada por los altos impuestos y las altas tasas de interés. En cambio, la llegada de capitales especulativos continuará en la medida en que en el exterior no se consigan rendimientos tan altos como los de acá, añade. La Argentina paga un 7,5% cuando se endeuda, frente al 4,5% de Brasil o Bolivia. Dubisky observa que si el oficialismo pierde Buenos Aires el 13 de agosto, podría tomar medidas reactivadoras de la economía, pero deberían ser de efecto rápido, y eso es difícil porque hasta ahora se ha mostrado torpe, como cuando sacó pensiones o planteó la reforma jubilatoria en plena campaña. La economista Marina Dal Poggetto, del Estudio Bein, opina que un triunfo de Cristina puede afectar el tipo de cambio y los precios de las acciones y bonos, pero después se analizará el resultado nacional y quizá se vea que, al igual que Carlos Menem en 2003, ella tampoco puede ganar un ballotage en 2019. Dal Poggetto concluye: Hay un exceso de pesimismo sobre el futuro de las reformas si gana CFK y hay un exceso de optimismo si gana (Esteban) Bullrich. Mariano Sardáns, CEO de la gerenciadora de patrimonio FDI, desestima un colapso financiero el 14 de agosto: El mercado ya descuenta el triunfo de Cristina. El humor inversor se mantendría como ahora, pero hay empresarios invirtiendo en la economía real para bajar sus costos, porque ahora deben competir. Por el contrario, el economista Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica, opina que, aunque Cristina tenga pocas posibilidades de volver a presidir la Argentina, un triunfo suyo va a hacer mucho ruido para destrabar leyes que se necesitan, y además Massa coquetea con medidas de demagogia pura. El diputado y economista de Cambiemos Eduardo Amadeo sostiene que Cristina puede ganar por poco en la provincia, pero no en el país. Los que especulen con la idea de Cristina ganando van a perder plata. El dólar no sólo depende de la contienda en la provincia sino del resultado nacional. La reforma impositiva será consensuada porque la necesitan los gobernadores. Ellos también serán los principales aliados para la reforma educativa y la judicial. Hay que desdramatizar la reforma previsional: hay un comité de notables analizándola. Y la reforma laboral seguirá la senda de acuerdos de productividad que venimos firmando para beneficio de los empresarios, los trabajadores y los consumidores, argumenta Amadeo. VASOS VACÍOS. Si bien el oficialismo se anticipa al escenario anterior, se esperanzan con que CFK gane en las PASO y luego pierda en octubre. Para eso desenfundaron la herramienta que los catapultó al poder en 2015: la inoxidable grieta. Va a aumentar la polarización, y en las generales no va a haber lugar para las terceras fuerzas, se ilusiona Sanz. En el Gobierno ya saben que Massa es el candidato al que disputarle los votos luego de las PASO. A Randazzo le va a pasar lo mismo. Se está definiendo quién puede encarnar mejor la oposición, y los intendentes van a apostar por el ganador, asegura Landau. Todos esperan menor cantidad de votantes en agosto que en octubre, y en el oficialismo confían en que ese diferencial los favorecerá en última instancia. Las PASO le sirven más al gobierno de turno, para homogeneizar el escenario electoral. Suele ocurrir que desde las primeras elecciones a las definitivas hay un reacomodamiento de votos en función de las expectativas de ganar, dice el politólogo Miguel de Luca, profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA). El kirchnerismo duro imagina que si pierde aunque sea por un voto, habría una feroz avanzada judicial contra su líder. Hay un escenario que ni se animan a imaginar: que caigan en octubre y también en las PASO. Hasta ahora es poco probable. Si en las semanas posteriores a una victoria de Cristina en las PASO aparecen encuestas que anticipan que Bullrich puede darlo vuelta en octubre, se tranquilazará el dólar, vaticina el economista Rodríguez. A su vez, si el ex ministro de Educación se impone en las primarias, volarían los bonos, bajaría el dólar, es el escenario no esperado. En caso de que Cambiemos triunfe en octubre en la provincia de Buenos Aires, ni Dubisky ni Castiñeira o Dal Poggetto prevén un shock de reformas sino más gradualismo. Pero se ciernen nubarrones sobre el crecimiento económico de 2018, más allá del resultado electoral. Ya no te vas a impulsar en la obra pública, vas a tener pendiente un ajuste fiscal, la demanda de nuestras exportaciones sigue jugando en contra, el consumo y el salario no van a mejorar, y entonces la apuesta, al igual que al principio del Gobierno, será el shock de inversiones, observa Dal Poggetto. Algunos inversores están esperando a ver si este gobierno es de transición o no, pero otros no invierten por los altos costos. Puede que si gana Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, el PJ sea más proclive a las reformas fiscal, previsional o política, pero no serán de la magnitud necesaria. ¿Acaso el Congreso reverá la indexación de las jubilaciones?, se pregunta la economista, que además advierte que el apetito de los capitales especulativos por la Argentina puede revertirse por un shock externo. La reforma fiscal implicaría baja moderada de gastos e impuestos. También podría avanzarse en una flexibilización laboral y en el estancado proyecto de ley desregulación del mercado de capitales. Lavagna advierte que si Cambiemos triunfa en territorio bonaerense, va a tratar de hacer un ajuste adicional. Ni el Gobierno ni la oposición van a tener mayorías, por lo que deberán esforzarse en lograr consensos, amenaza el diputado. FUTURO. El Gobierno y Cristina Kirchner lograron modificar, más de medio siglo después, el famoso axioma del hombre más importante de la historia de la política local. El oficialismo demostró, contrariando al general Juan Domingo Perón, que es tan difícil gobernar como conducir, y hoy apuesta a la polarización con CFK como una aggiornada manera de autosalvataje político. La viuda de Néstor no hace ni uno ni lo otro: lejos del poder, le cuesta horrores conducir, y sueña con que estas elecciones signifiquen su propia resurección personal. El desgaste de ambos frentes, los más importantes de la Argentina, hace posible que, entre agosto y octubre, los números cambien de manera importante y arrojen resultados inesperados. Algo es cierto: todos se juegan mucho en estas elecciones. Quizás, dentro de dos años, el país se dará cuenta que fue la votación de la primavera de 2017 cuando se definió su futuro.
FACTOR MIEDO. El macrismo alerta que con Cristina la Argentina puede ir en el camino de la Venezuela de Maduro.
DÓLAR A LOS SALTOS dólar subió 6% frente al peso en julio pasado después de que los inversores leyeran las encuestas que dan ganadora a Cristina Kirchner en las primarias a senador bonaerense. El ortodoxo presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, reaccionó sosteniendo que no le preocupaba el dólar, que lo suyo era la inflación y entonces subió y subió aún más la tasa de interés de las letras Lebac. Pero cuando el verde tocó los 18 pesos, la independencia del ex diputado del PRO pareció esmerilarse por llamados de la Casa Rosada para doblegarlo. En Balcarce 50 temían que la devalución impactara en el humor electoral. Así fue que el Central liquidó reservas y controló al dólar. Los inversores están preocupados, aunque sea discutible el impacto de esta elección en las presidenciales, opina el analista Mariano Sardans. En la depreciación del peso también influyen la decisión de Morgan Stanley de mantener a la Argentina como mercado fronterizo, los fundamentos económicos, la crisis de Brasil y el anticipo de que subirá la tasa de interés de EE. UU., lo que desalienta a países emergentes.