Fecha: 25 de junio, 2021
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Son pocos los que llegan a practicar deportes profesionalmente. Lo que es “pasión de multitudes” es también un enorme negocio para un grupo muy selecto de deportistas, entrenadores, representantes y dirigentes. De los mencionados, los deportistas son los verdaderos protagonistas de ese negocio y por ello -cuando llegan al máximo nivel en deportes como el fútbol- cobran fastuosos contratos, que les permiten percibir en un año lo que la mayoría de la gente común no gana en toda su vida laboral. Un ejemplo de este tipo se vivió un tiempo atrás cuando se filtró, en el diario español ‘El Mundo’, el contrato que Leonel Messi mantiene con el Barcelona que suma un total de 555 millones de euros por el período 2017 a 2021.
Si el período de ingresos sustanciales del deportista de élite fuera similar al de la mayoría de las profesiones y no durara solamente unos pocos años, sería muy improbable que sus finanzas personales terminaran en mala forma. La carrera profesional de un futbolista dura un promedio de 16 años, 12 si es un tenista, y apenas 6 años para un jugador de la NBA. El lector se preguntará: pero si el deportista gana millones (aunque sea por pocos años), ¿qué peligro puede haber para sus finanzas?
Por ser el deporte más popular, nos centraremos en el fútbol. En primer lugar, solamente un porcentaje muy bajo de futbolistas llegan a jugar en primera división, sobre todo en países relevantes en este deporte. De esos, solamente algunos se consolidan y proporcionalmente muy pocos acceden realmente a ganar millones por año. Y ninguno tiene garantizada la duración de su carrera.
Quedémonos entonces con los que llegaron a primera, se consolidaron, lograron acceder a contratos altos -no siempre millonarios- y los mantuvieron durante un buen número de años. Juan Cruz Acosta Güemes, director de la gerenciadora de patrimonios FDI, sostiene: “Uno de sus principales problemas es que, a diferencia del resto de las profesiones, los deportistas profesionales acceden a ingresos muy altos a una edad en la que la mayoría de las personas no está en su plena madurez. Ningún médico tiene prestigio internacional en su profesión a los 25 años”. Es cierto, ningún contador es un “Messi de la contabilidad” a los 20 años. Y, aunque lo fuera, nadie le pediría un autógrafo ni pagaría una entrada para verlo confeccionar un balance.
A eso hay que sumarle la fama y que todos desean estar en su entorno. Acosta Güemes, agrega: “La extravagancia en el nivel de vida se vuelve lo cotidiano. Como “el dinero sobra”, se pierde conciencia de su real valor. Y algunos se acostumbran a vivir como si tuvieran garantizado el mismo nivel de ingresos durante el resto de su vida cuando es evidente que no será así, salvo para los pocos que luego se conviertan en entrenadores de élite. A excepción de que pueda generar nuevos ingresos al finalizar su carrera profesional, normalmente deberá vivir el resto de su vida con lo que pudo acumular. Será clave cuánto supo ahorrar y cómo lo invirtió”. LA Guía PKF Attest para deportistas profesionales realizada en colaboración con la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) afirma que alrededor del 60% de los deportistas de élite realizan alguna inversión empresarial a lo largo de su carrera profesional en la que pierden el 100% de lo invertido en ella. Estas inversiones aparecen como “prometedores negocios” en bodegas, aceites refinados o líneas de ropa que buscan la firma y el aval del deportista para su creación.
“Los amigos del campeón” tampoco suelen ser un elemento positivo para las finanzas del jugador. Según un informe publicado el año pasado por Sports Illustrated, el 80% de las estrellas del deporte terminan en la ruina por escándalos amorosos, pleitos o fracasos empresariales. Un ejemplo de este triste final es el famoso exfutbolista Ronaldinho, que, tras pagar una fianza de 1,6 millones de dólares, salió de la cárcel y cumple con arresto domiciliario por usar un pasaporte falso para entrar a Paraguay. El último de un cúmulo de desastres vividos por el exjugador brasileño, entre los que se encuentra la ruina y un millonario endeudamiento.
Esto no sucede solo en el fútbol, desafortunadamente, aunque los jugadores de la NFL ganan un promedio de $ 1.9 millones al año, un 15% de ellos termina declarándose en bancarrota. Allen Iverson, el jugador más valioso de la NBA en 2001, acumuló solo en salarios 154 millones de dólares, a los que se suman sus jugosos patrocinios, pero con sus excentricidades se fue toda su riqueza. Un caso similar parece ser el de Mike Tyson, quién se declaró en bancarrota al haber gastado toda su fortuna de más de 300 millones de dólares en lujos y fiestas.
“La magia del interés compuesto (los intereses sobre los intereses) hace que los mismos US$150.000 del auto extravagante de “hoy” podrían equivaler a más de US$750.000 veinte años después. Esto, si el dinero se hubiera invertido al 8% anual en lugar de habérselo gastado (y estamos ignorando los altos costos de mantenimiento del vehículo). Es decir, se podría haber comprado siete inmuebles de USD100.000 cada uno para renta y le sobraría dinero”, sostiene Juan Cruz Acosta Güemes y reflexiona: “Disciplina y buen asesoramiento le garantizan al deportista y su familia que pueda sacar el máximo provecho económico a su carrera profesional. Sería muy saludable ver que las instituciones deportivas ofrecieran educación financiera a sus deportistas profesionales o a quienes van en camino a serlo”.
En definitiva, ganar millones de dólares hoy no garantiza un buen porvenir, si no es bien gestionado. Muchos deportistas nos pueden contar su experiencia.
Fuente: ADN EMPRESARIO