Fecha: 16 de febrero, 2021
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A pesar de una inflación del 36,1% durante todo el 2020, los préstamos hipotecarios prácticamente se mantuvieron en los mismos niveles: de un stock promedio de enero del año pasado de $ 214.598 millones pasaron a un promedio en diciembre de $ 214.682 millones.
“¿Quién va a ir a un banco a averiguar si ni te atienden casi ni para sacar efectivo?”, se preguntó Germán Gómez Picasso, director de Reporte Inmobiliario.
Claudio Vodanovich, secretario general de la Cámara Inmobiliaria Argentina, advirtió que hoy el mercado está muy inestable, a la expectativa: “Todavía no hay parámetros fijos como para tomar posesiones, hay muy poca escrituraciones con respecto a los anteriores, y la gente está esperando a que el mercado se estabilice. De hecho las tasas de hipotecarios están muy altas, por lo que el público se encuentra a la expectativa viendo cuándo se van a estabilizar las tasas”.
Damian Tabakman, presidente de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos, admitió que con esta inflación es muy difícil el tema hipotecario, ya que es un tipo de crédito incompatible con inflación alta: “Los bancos no se animan a darlos y la gente tampoco a tomarlos. La experiencia de los UVA no fue buena. Los deudores vieron licuada su deuda en dólares reales, pero se encontraron con cuotas impagables y tuvieron que recurrir a la protección estatal. Obviamente, les sirvió pero los bancos salieron perjudicados. Sobre todo los estatales, que fueron los que más préstamos UVA dieron”.
Agrega que la experiencia previa con hipotecas en Argentina no fue mejor: en los ‘90 hubo mucho crédito hipotecario, pero la crisis del 2001 se los llevó puestos. “Los bancos habían dado préstamos en dólares y los cobraron pesificados. Fuera de esos casos, que terminaron mal, no hubo hipotecas en nuestro país en los últimos 50 años. No es un producto con el cual los bancos tengan afinidad. También son difíciles de fondear por el plazo”.
Hay una iniciativa del Gobierno ahora, para que las hipotecas se ajusten por salarios y que haya un fondo fiduciario para compensar a los bancos por la diferencia entre el ajuste salarial y la inflación.
“Veremos qué sucederá con eso. Aún no está vigente. El tema es que sin hipotecas accesibles, es muy difícil reactivar en serio al mercado inmobiliario. Soy optimista con el blanqueo que está por salir, aunque si hubiera hipotecas, el impulso a la demanda haría que tuviera más resultado”, prevé Tabakman.
Mariano Sardáns, CEO de FDI, marca una caída rotunda de la compra de propiedades del lado inversor: “Es una desinversión en inmuebles lo que hay hoy. Los hipotecarios no avanzan por una caída brutal del salario, que ya es uno de los más bajos en toda América latina. Si bien los precios de inmuebles cayeron un 30%, el salario en dólares ha caído muchísimo más”.
Señala que la relación técnica cuota ingreso no le da a nadie, y a los pocos que le da, prefiere alquilar, “ya que con impuesto a los bienes personales, alquilar resulta más barato que el efecto tributario de haber comprado, mantenido ese inmueble y la iliquidez de tener el dinero inmovilizado. Mucha gente hasta vende su casa propia y alquila para no enterrar plata en Argentina”.
Roberto Arévalo, ex presidente de la Cámara Inmobiliaria Argentina, señaló que es nula en la actualidad la posibilidad para un comprador genuino de tener su vivienda.
Damian Caffarella, director de la Cámara Inmobiliaria Argentina, precisó que el dólar aumentó mucho, con lo cual cuesta diez veces más que en el 2019 en cuestión de sueldos tener un inmueble: “Quien hoy pone a la venta un departamento en u$s 100.000 lo termina rebajando 15% para venderlo en u$s 85.000”.
El corredor inmobiliario Oscar Puebla señaló que no hay planes de financiación lógicos para que una familia pueda acceder a su primera vivienda: “La buena idea de los créditos UVA hoy se ve malograda por el alto nivel de inflación, que sigue siendo la madre de casi todos problemas de nuestro país”.
El desarrollador inmobiliario Horacio Ludigliani agregó por su parte que “en este momento se generó un combo en el cual calificar para un crédito es casi algo utópico a lo que se suma la incertidumbre laboral”.
Fuente: El Cronista