Fecha: 27 de febrero, 2018
Comentarios de: Mariano Sardáns
La agresiva acción del Banco Central para bajar la inflación, absorbiendo el excedente de pesos en la calle con Lebacs, ha provocado en el mercado una reacción inesperada para todos los que actuamos en este ámbito.
Miles de pequeños ahorristas han optado por las Lebacs en lugar de usar el plazo fijo tradicional por obvias razones: 1-paga más tasa, 2- es más segura y 3-puede venderse anticipadamente en caso de que el inversor requiera el dinero. Esto ha generado lo que en el ambiente se conoce como la “Lebaquización” del mercado.
Por primera vez en muchos años, los ahorristas han vuelto a invertir en pesos. Pero ¿tendrán los bancos la capacidad de lograr el fondeo de calidad que necesitan -en plazo- para hacer frente a la demanda de préstamos que se avecina? ¿la iliquidez del plazo fijo bancario no demandará de parte del ahorrista un adicional de tasa y por lo tanto un mayor costo de fondeo?
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Ambas preguntas nos obligan a encontrarle una solución de liquidez al plazo fijo, para así evitar que el ahorrista vuelva al clásico acto de “colocar y renovar cada 30 días” y/o tener que pagar los bancos costos innecesarios de fondeo.
De la misma forma, podrían establecer el ámbito para el armado de un mercado primario donde los bancos argentinos puedan ofrecer sus plazos fijos a diferentes plazos, en pesos, en dólares y ajustados en UVA.
Esto ya existe en varios países serios. Por ejemplo, la operatoria del Jumbo Certificate of Deposit en los Estados Unidos, que permite a los ahorristas colocar su dinero en plazos fijos de hasta 30 años, convencidos que, si necesitan liquidez, lo venden en el mercado del mismo modo que se hace con un bono.
Si se permitiera que los plazos fijos operaran en la Bolsa:
-Se le brindaría y aseguraría liquidez al ahorrista, quien seguramente colocaría su dinero a un plazo mucho mayor que a treinta días.
-Los bancos lograrían fondeo más fácil, barato y a más largo plazo, y cabría esperar que trasladasen estas mejores condiciones a los tomadores de préstamos, lo que redundaría en un mayor crecimiento de la economía.
-Si el ahorrista percibe que está logrando una tasa superior a la de la inflación y es muy probable que decida quedarse en pesos -situación que la nueva dirigencia del BCRA viene buscando conseguir desde que asumió-.
-Teniendo una cuenta comitente (en una sociedad de bolsa) o una cuenta título (en el banco), es probable que el ahorrista lentamente comience invertir en bonos -lo cual permitiría que el gobierno y las empresas se financien más barato-, en fideicomisos financieros -lo que también ayudaría a reducir la tasa de los créditos al consumo-, e inclusive, quizá, se anime a invertir en acciones -lo cual, a su vez y paulatinamente, iría contribuyendo al desarrollo del mercado de capitales y financiación de largo plazo-.
La realidad indica que los ahorristas están esperando ideas innovadoras y transparentes que les transmitan confianza y seguridad.
En la medida que esto ocurra, se irá originando un ambiente propicio que generará un crecimiento estable de la economía y a largo plazo.
No cabe duda entonces que si queremos que se estimule el ahorro en pesos y a largo plazo es vital que los plazos fijos coticen y operen en la Bolsa.