Obviamente, la jubilación se calculará sobre el monto por el cual efectivamente se hicieron aportes. Entonces quienes mejores salarios tengan en su etapa activa, menor tasa de reemplazo logarán con su jubilación.
En promedio, y de acuerdo a datos de Willis Tower Watson, el sistema de seguridad argentino otorga niveles de beneficios razonables, de entre 50 por ciento y 70 por ciento del salario en actividad, para remuneraciones inferiores al salario máximo computable. En cambio, para salarios por encima de ese tope comienzan las deficiencias del sistema que se incrementan cuanto más elevado es el sueldo en cuestión.
El nivel de reemplazo (es decir que porcentaje resultará la jubilación respecto del haber en etapa activa) es del 60 por ciento para salarios de $ 50.000 a $ 90.000. Ahí comienza a bajar escalón por escalón y en el caso de quienes tengan un sueldo, por ejemplo, superior a los $ 300.000 mensuales, el haber jubilatorio representará el 30 por ciento o menos.
El haber máximo jubilatorio es actualmente de $ 155.300. El salario medio para una posición media/alta en una compañía grande ronda los $ 500.000. Una cuenta simple muestra el gap a cubrir.
El problema de la falta de planificación para el retiro es un problema que excede a la Argentina. Lamentablemente incluso en los países más desarrollados es algo a resolver y más aún en las economías menos estables. “El del retiro no es un tema instalado en la mentalidad del latinoamericano; no tiene que ver sólo con el argentino. Nosotros tenemos clientes en 14 países y es muy calcada la situación en toda la región. Son muy pocos los clientes que desde jóvenes tienen el retiro como meta para planificar sus finanzas personales. Por el contrario, la gran mayoría se acuerda cuando ya es demasiado tarde y por ende, los márgenes de acción se reducen notablemente”, explica Mariano Sardans, CEO de la gerenciadora de patrimonios FDI. “En otras palabras, mayormente se termina ajustando del lado del gasto para poder llegar con lo ahorrado en la vida activa o se tiene que extender la edad de retiro”, revela.
La diferencia de empezar cuanto antes
- Edad: 40 años
Capital inicial en el fondo: US$ 50.000
Si desde ese momento se ahorran US$ 500 por mes, al 7 por ciento anual de rentabilidad, a los 60 años tendrá un fondo acumulado de US$ 334.000 (US$ 1600 por mes hasta los 90 años)
- Edad: 30 años
Capital inicial en el fondo: US$ 20.000
Si desde esa edad ahorra US$ 500 por mes, al 7 por ciento anual de rentabilidad, a los 60 años tendrá un fondo acumulado de US$ 491.000 (US$ 2400 por mes hasta los 90 años)
Fuente: Mariano Sardans, FDI.
Diego Deza, director de Retiro de Willis Towers Watson, es categórico en el diagnostico: “Si bien existe plena conciencia y preocupación por la situación del ingreso post retiro, lamentablemente la coyuntura no ayuda a que avance la toma de decisiones para mitigar esta situación”.
De su trato permanente tanto con empresas que tienen como política planificar el retiro de sus cuadros más altos con fondos especialmente constituidos, Deza remarca que aunque “existe la convicción de que no se puede esperar un beneficio del Sistema de Seguridad Social que permita mantener un nivel de vida relativamente equivalente al que uno tenía durante la etapa activa y está clara la necesidad de generar un ahorro complementario para ese momento, hay varios elementos que, en contrapartida, hacen difícil avanzar en la ejecución de ese plan de ahorro”.
Los tres que más se repiten entre sus clientes, según el experto: la inflación, la alta incertidumbre en la economía y la dificultad para acceder a mecanismos de ahorro de calidad con un nivel adecuado de seguridad jurídica y riesgo de inversión de mediano/largo plazo.
Dario Zabuski, Head of Sales & Marketing de ICBC, pone sobre la mesa otro tema clave en la planificación de largo plazo: “En psicología se habla que pensamos en nosotros mismos como nuestro yo del presente y nuestro yo del futuro, donde el yo del futuro es perfecto y está comprometido a ahorrar para la jubilación, a perder peso, a estudiar y a realizar toda acción que demande un sacrificio en el presente para un beneficio en el futuro. Lo que solemos olvidar es que nuestro yo del futuro es la misma persona que el del presente y si no somos capaces de salir de este ‘autoengaño’ será muy difícil pasar del plan a la acción”.
EL VALOR DEL TIEMPO
Hecho el diagnostico, tomar acción es una medida necesaria. Y la clave está en el factor tiempo: cuanto antes se empiece a planificar cómo se va a complementar el gap o la brecha entre lo que el Estado brindará y lo que realmente se necesita, el esfuerzo podrá ser menor.
“Desde las empresas debemos promover el ahorro“, dice Clara Estevarena, directora de Wealth de Mercer, consultora especializada en gestión de talentos y beneficios dentro de las compañías. “La recomendación es que el 80 por ciento de las personas que trabajan tengan planes de pensiones privados para mejorar la sustentabilidad del sistema. Y a su vez, se debe trabajar en el bienestar financiero de sus empleados dándoles información, herramientas para gestionar sus finanzas diarias y poder planificar su futuro”.
Joaquín Bagües, head of macroeconomic en PPI, lo pone en estos términos. “Una recomendación para quienes no pensaron en planificar el momento del retiro es lo que, en algún momento de la historia, Albert Einstein mencionó como ´la octava maravilla del mundo´. Quien lo comprende, lo gana; el que no lo hace, lo paga”. Einstein se refería al concepto de interés compuesto. “La capitalización, es tan antigua como su efectividad, y es un fenómeno matemático en el que cuando invierte el capital, ese mismo capital genera rendimientos y ese rendimiento también genera un rendimiento. A diferencia de interés simple, en este caso se acelera el crecimiento de la inversión”, explica Bagües.
El sistema jubilatorio otorga niveles de cobertura de entre el 50 y el 70 por ciento del salario en actividad para remuneraciones inferiores al máximo computable, que hoy es de $ 208.357 mensuales. Por encima de ese monto no se hacen aportes y la persona debe compensar ese ingreso a futuro con un plan de ahorro propio.
Francisco Odone, gerente de inversiones de Quinquela Fondos, habla de “paradoja”. “Lo ideal es empezar a planificarlas en simultáneo con el ingreso a la vida laboral pero paradójicamente en ese momento la posibilidad de retiro luce como algo tan lejano que es difícil ver la utilidad de hacerlo“. Sin embargo, aclara que “la magnitud del fondo que se logre armar dependerá del monto que se puede destinar a ahorrar con ese fin y el momento en que se produce. Cuánto antes se genera el ahorro, más tiempo de rendimiento tiene“.
En igual sentido, Zabuski, de ICBC, postula: “Somos conscientes de lo difícil que es posponer la satisfacción de hoy para un beneficio en el momento del retiro que se ve tan lejano, pero la realidad es que debemos empezar lo antes posible para que los objetivos sean alcanzables de la mejor manera”.
“La primer recomendación para el inversor es que empiece ya y que no lo dude“, dice José Ignacio Bano, gerente de research de InvertirOnline. “Un segundo punto muy importante es ahorrar en ‘moneda dura’. Uno debería ahorrar en bienes duraderos – una propiedad, por ejemplo- o en moneda dura, en oro, en dólares, entre otras. Y luego, pensar el efecto de la inflación sin importar la moneda“.
¿CUÁNTO?
FDI cuenta para sus clientes con una calculadora que facilita la tarea de “proyectar” y ponerse metas. Algunos ejemplos sobre números concretos:
Suponiendo un individuo de 40 años, que tiene como capital inicial para su fondo de retiro US$ 50.000 ahorrados, y que puede sumar mensualmente otros US$ 500 a ese fondo, con una rentabilidad promedio del 7 por ciento anual podría retirarse a los 60 años con un fondo acumulado de US$ 334.000 que le permitirían retirar US$ 1600 dólares mensuales hasta los 90 años.
Modificando la variable del momento en el que se empieza a planificar el retiro, y con menos de la mitad del aporte inicial, el fondo acumulado es casi 50 por ciento superior. Empezando a los 30 años, con solo US$ 20.000 en el fondo y manteniendo aportes de US$ 500 mensuales, al momento del retiro ese individuo habrá acumulado US$ 491.000. Esto le permitirá retirar US$ 2400 mensuales y dejar aún un excedente como herencia.
Carteras recomendadas
José I. Bano, Gerente de Research de IOL
50% en renta fija
25% en el ETF LQD (bonos corporativos investment grade)
25% ETF IEF (bonos estatales del gobierno de Estados Unidos, con vencimiento a 7/10 años)
50% renta variable
20% ETF SPY (que replica el índice S&P)
10% ETF QQQ (sigue al índice Nasdaq)
20% ETF VNQ (se enfoca principalmente en real estate y, a su vez, tiene dentro REITs, fideicomisos financieros que cotizan en la bolsa)
También se puede hacer la cuenta a la inversa, para saber cuánto se necesita ahorrar para complementar la jubilación. En el caso de una persona de 30 años, que cuente con US$ 15.000 de ahorro inicial, y trabaje hasta los 60 años, con solo aportar US$ 300 mensuales a su fondo de retiro logrará sacar una renta mensual de US$ 2000 durante sus años retirado (entre los 60 y los 90 años, según este calculo). El fondo total acumulado será de US$ 355.000 que debe seguir invertido mientras se hacen los retiros periódicos.
“Somos conscientes que el contexto político y macroeconómico argentino nos corre el foco en cuanto a planificaciones financieras a largo plazo. No obstante, debemos tomar una pausa en la vorágine del día a día y comenzar a tomar acciones y decisiones estratégicas con el objeto de administrar inteligentemente nuestro patrimonio”, advierte Nicolás Lo Valvo, analista senior de Investment Ideas en Balanz, un área que diseña carteras a medida de cada cliente. “No solo para preservarlo, sino para incrementarlo y en consecuencia poder gozar de sus frutos llegado el momento del retiro de nuestra actividad laboral”, explica.
Esteban Pereiro González, Chief Investment Officer de HSBC Argentina, recomienda empezar cuanto antes. “A los 40 años todavía se está a tiempo para construir un fondo de retiro. Contemplando una edad de retiro a los 65 años, la persona tendrá 25 años por delante para ahorrar. Pero si en ese momento de su vida todavía no lo hizo, deberá hacerlo a un mayor ritmo (más ahorro) que si hubiese comenzado a construir su fondo de retiro a los 25 años, cuando todavía tenía 40 años por delante hasta llegar a la edad de jubilación”.
“La recomendación es planificar el fondo de retiro desde los 25 años destinando entre el 10 por ciento y el 15 por ciento de los ingresos anuales. Una persona que comienza a planearlo en sus 40, deberá destinar entre el 15 por ciento y el 20 por ciento“, calcula Pereiro González.
Carteras recomendadas
Nicolás Lo Valvo, Analista Sr de Balanz
Tradicionalmente se piensa en un 60% destinado a renta fija y 40% a renta variable. Sin embargo, en este último tiempo hemos visto variar este formato clásico como consecuencia de la compresión de tasas a nivel mundial, logrando carteras más equilibradas e incluso con mayor ponderación en la renta variable.
Acciones para un perfil más joven, agresivo:
Nvida (NVDA), Palantir (PLTR), Palo Alto Netwotks (PANW), Square (SQ), First Solar (FSRL), Taiwan Semiconductors (TSM), Qualcomm (QCOM)
Para perfiles más conservadores:
Fondo 5G Connectivity Fund de Neuberger Berman, el Schroders Global Energy Transition, para quienes deseen posicionarse en energías renovables, o el Allianz Global Artificial Intelligence
“No hay una fórmula general al hablar de inversiones para el retiro. Lo ideal es comenzar a ahorrar lo antes posible, más aún si el inversor tiene un perfil adverso al riesgo. El principal aliado de este tipo de inversor es el tiempo. Por eso, en estos casos cuándo, es más importante que cuánto“, destaca Julio Calcagnino, analista de mercados de TSA Bursátil: “Si un inversor ahorra US$ 10.000 anuales, sin realizar retiros, y los invierte al 7 por ciento anual en moneda dura, en 30 años conseguirá superar el millón de dólares y asegurarse ingresos mensuales para los próximos 20 años de más de US$ 4000“. Y acá la importancia del tiempo: “Sin embargo, si se cuenta con 20 años (por delante), se necesita un rendimiento del 14 por ciento para lograr lo mismo”.
PONER PRIMERA
¿Como pasar a la acción? ¿Qué inversiones y qué tipo de planes combinados permitirán un retiro sin mayores preocupaciones desde el punto de vista financiero?
La primera recomendación que pone sobre la mesa Ramiro Marra, director de Bull Market, es tan sencilla, como compleja. “Tener criterio al momento de invertir. Y el criterio en la Argentina implica instrumentos dolarizados. Se puede hacer con pesos, a través de Cedears u obligaciones negociables (ON). Los demás instrumentos lamentablemente requieren de estarles encima y se necesita conocer el mercado por dentro”, remarca.
“Si recién está empezando recomendamos la regla de 70-30: 70 por ciento en Cedears que indexan al dólar libre, y 30 por ciento en ONs que rindan entre 8 y 11 por ciento. Después de los 60 años, 80 por ciento en ON para obtener pagos de renta periódicos”.
En el mismo sentido, Mariano Galagarra, gerente de Banca Privada en Banco Galicia, recomienda “nunca perder de vista el largo plazo y el camino que trazamos”. Su consejo: “Los mercados de capitales, locales e internacionales son lugares que nos permitirán diseñar estructuras inteligentes, con el nivel de riesgo que cada uno esté dispuesto a asumir. Siempre diseñar portafolios balanceados. Renta fija y renta variable deben formar parte. La diversificación, de monedas, de sectores, de productos y de regiones no pueden faltar y además no olvidar en la elección considerar el tratamiento impositivo de las colocaciones”.
Bano, de IOL, hace hincapié en que el primer aporte, “el arranque”, es lo más importante en una estrategia pensada para el retiro y remarca que el plan deberá incluir “activos que no sean tan volátiles dentro de lo posible, y que además, sean diversos”. Sugiere que “el portafolio esté compuesto por ETFs, es decir, Exchange Traded Funds, que son fondos compuestos por múltiples activos que cotizan en la Bolsa y se operan como un todo. Una sola operación para comprar o vender un ETF pero contenido en el ETF puede haber hasta cientos de activos distintos”.
“Para aquellos que quieran mantener exposición a inversiones locales en pesos y puedan lidiar con el riesgo, las acciones deberían estar siempre en sus carteras”
Esteban Pereiro González, HSBC.
Para el objetivo retiro, Lo Valvo, de Balanz, sugiere en líneas generales 60 por ciento en renta fija y 40 por ciento en acciones. “Estamos en un excelente punto de entrada para invertir en tecnologías revolucionarias como el desarrollo de la conectividad 5G, la inteligencia artificial, los autos autónomos y eléctricos, la biotecnología, las energías limpias y la exploración espacial entre otras, que tendrán su auge en los próximos años“, lista.
Cuánto más joven, más “jugada” podrá ser la cartera de inversiones y, por ende, con perspectivas de mayores retornos. “Nuestra recomendación es que para alguien que tenga 30 años, la ponderación a activos argentinos se incremente, hasta el 40 por ciento, mientras que para una persona que ya ha pasado los 50, disminuirlo a niveles del 20 por ciento“, postula Damián Zuzek, CIO de SBS Fondos.
El especialista aporta otra herramienta para calcular qué proporción de uno y otro activo se debería incluir en el plan de retiro según la edad. “En cuanto a la composición de los activos externos, una regla rápida para el cálculo podría ser restarle a 100 la edad de la persona, el número resultante será el porcentaje de su cartera que debería estar expuesta a activos más riesgosos como los Cedears, mientras el saldo restante debería invertirse en activos de menor riesgo o volatilidad como los productos de renta fija. Para alguien de 30 años, su exposición a productos de renta fija sería del 30 por ciento y 70 por ciento Cedears, mientras que para una persona de 50 años, el balance sería la mitad para cada uno de esos activos”.
Pereiro Gonzalez, de HSBC, advierte a su turno que “la diversificación es la clave”. “Para aquella persona que quiera mantener exposición a inversiones locales en pesos y pueda lidiar con el riesgo de convertir una oportunidad de corto plazo en una inversión de largo plazo, la inversión en acciones argentinas debería siempre estar presente en sus carteras de inversión”. Eso sí, aclara: “Inmediatamente después de tomar esa decisión la segunda será olvidarse de esa inversión por un tiempo, dado que lo más probable es que aprenda muy pronto el significado del concepto de volatilidad”.
“Somos conscientes de lo difícil que es posponer la satisfacción de hoy para el retiro, pero debemos empezar lo antes posible para que los objetivos sean alcanzables.
Darío Zabuski, ICBC.
En la misma línea, Mariano Calviello, Head Portfolio Manager de Fondos Fima, dice que “las inversiones a largo plazo se deberían tomar independientemente del contexto. El mundo hoy posee tasas de interés muy bajas para la renta fija, motivo por el cual sería razonable incluir una mayor proporción de acciones en el armado del portfolio. Una composición target del 60 por ciento acciones y 40 por ciento bonos cumpliría el objetivo“.
Joaquín Bagües, de PPI, recomienda 80 por ciento en instrumentos de renta fija con un grado de inversión alto, y dentro de ese universo poder alocar el capital en instrumentos que brinden cupones (intereses) elevados y 20 por ciento en acciones. Se podría buscar índices específicos para que la inversión siga ciertos parámetros, como también alocar a un fondo común de inversión con riesgos acotados”.
Julio Calcagnino, analista de mercados de TSA Bursátil, pone la mirada en cómo estructurar las inversiones para generar el flujo de fondos deseado al momento del retiro: “A la hora de incorporar activos, cuando el objetivo es generar flujos mensuales (o en la frecuencia deseada) es clave tomar una orientación más conservadora en la medida que la fecha del retiro se acerca. Se suele priorizar la exposición al dólar o inflación a través de los coeficientes CER y UVA, de manera de preservar el poder adquisitivo. Luego, cada inversor puede optar por tomar más riesgos en vistas de más retorno”.
“Cuanta más previsibilidad busque -agrega Calcagnino- necesariamente implica menores retornos. Además, es interesante trabajar en inversiones en el mercado local (denominadas en pesos o moneda extranjera) y mercados internacionales“.
Por su parte, Sardáns le pone una mirada global y se focaliza en maximizar resultados para clientes que tienen la posibilidad de armar una cartera con base en mercados más estables, como Estados Unidos. Una alternativa, claro, que no está al alcance de todos.
“Es la jurisdicción más pro-inversor, en el sentido de las regulaciones que lo protegen”, apunta. “El vehículo a utilizar tiene mucho que ver con la planificación fiscal del inversor, tanto para bajar o anular la carga fiscal del lado del fisco argentino, así como también para evitar retenciones de parte del fisco estadounidense o contingencias futuras, como el impuesto a la herencia en este último país”, concluye.