Fecha: 25 de marzo, 2024
“No hay plata”, dijo Javier Milei al jurar en su cargo, y con esas tres palabras resumió y justificó a la perfección la estrategia de ajuste fiscal sin precedentes que ha marcado sus primeros 100 días en el poder. Sin perder tiempo y usando la ya famosa metáfora de la “motosierra”, el Presidente ha impulsado uno de los recortes del gasto público más bruscos de la historia argentina —su meta es que caiga 6 puntos del PIB—, en una terapia de shock que busca equilibrar las cuentas de un país que en 112 de los últimos 122 años ha vivido con déficit presupuestario y que viene arrastrando una inflación anual superior al 250%, actualmente la más alta del mundo.
Milei, un economista libertario considerado un outsider de la política, ha aprovechado el impulso inicial para actuar rápido y sin analgésicos en achicar el Estado, reduciendo, según sus cifras, en 36% el gasto público. “Echamos 50 mil empleados públicos, eso es motosierra. Dimos de baja 10 mil contratos, eso es motosierra. Dimos de baja la obra pública y las transferencias discrecionales (a las provincias), todo eso es motosierra”, enumeró. Según estimaciones de consultoras privadas, en estos tres meses los salarios públicos cayeron 27%, el gasto en obras públicas disminuyó en 86% y las transferencias a las provincias se redujeron en 82%, lo que le ha provocado una fuerte disputa con algunos gobernadores.
Pero no solo la “casta política” ha pagado el costo del ajuste: los subsidios económicos se reduje- ron en 64% —el transporte público en Buenos Aires, por ejemplo, aumentó su precio en más del 200%, y la tarifa eléctrica subió entre el 65% y el 150%—, mientras que los pagos de jubilaciones y pensiones, el principal gasto del Estado, se recortaron en más del 38%. “También hay licuadora”, ha reconocido Milei, respecto a la pérdida de poder adquisitivo de la población, especialmente después de la fuerte devaluación del peso argentino en diciembre, que llevó a que los salarios alcanzaran sus niveles más bajos desde 2005.
En 100 días de gestión, sin embargo, Milei ya tiene algunos datos que avalarían estos sacrificios, aunque los economistas todavía los evalúan con cautela. Uno de los más destacados fue que en enero el gobierno logró el primer superávit financiero (por unos US$ 620 millones a favor) de los últimos 12 años, producto de un superávit primario y del pago de intereses de la deuda pública. “El déficit cero no se negocia”, celebró el ministro de Economía, Luis Caputo. Las reservas del Banco Central, que según el Presidente recibió “quebrado” de la pasada administración, también muestra cierta recuperación, con la compra de unos US$ 10.000 millones desde diciembre, mientras que los argentinos depositaron más de US$ 2.300 millones en cuentas bancarias locales, lo que reflejaría un incipiente optimismo.
Caída de la inflación
La inflación, por otro lado, da sus primeras señales de que se está desacelerando: según la úl- tima cifra del Indec, los precios subieron 13,2% en febrero, toda- vía una cifra altísima, que implica un avance de 276% en 12 me- ses —el número interanual más elevado desde 1991—, pero ya menor a los índices de diciembre (25,5%) y enero (20,5%), que reflejaron el efecto de los reajustes.
“Es un numerazo”, resaltó Milei, quien aseguró que si se le restan todas las correcciones de las tarifas rezagadas, “cae a un dígito”. “En primer lugar, lo que más se destaca a favor es la fuerte determinación de Milei a atacar el problema fiscal. Y es tan clara su determinación, que termina siendo creíble, que efectivamente lo va a hacer, que es algo muy costoso y muy difícil”, señala el economista Juan Carlos Hallak, académico de la Universidad de Buenos Aires. “Eso se logró hasta con una serie de medidas im- portantes como la fuerte deva- luación de la moneda, que pro- vocó una disparada de la inflación —cuyo ritmo se más que duplicó en diciembre—, y que se ‘licuen’ salarios públicos y jubilaciones. También empezó una recomposición de tarifas de servicios públicos, que estaban muy atrasadas y generan tam- bién un fuerte déficit fiscal. Las transferencias de obra pública se cortaron casi totalmente, así como las transferencias discrecionales a las provincias, que muchas veces se usaban como forma de alinear a los gobernadores en sus objetivos políticos. Entonces todo eso ha provocado en el corto plazo, en lo que es el manejo de la caja, que el déficit fiscal, al menos en los primeros dos meses, se ha eliminado. Pero la pregunta es si eso será sostenible”, plantea el experto, quien precisa que los resultados “pueden ser un poco mentirosos”, porque se pueden estar poster- gando pagos o no toman en cuenta cuestiones como el reajuste de las jubilaciones, que re- quieren cambios legislativos. “Necesita cambiar cosas por ley, y donde hay ley hay Congreso, y eso no lo controla, entonces ahí están los problemas (…). Yo diría que, hasta ahora, tuvo éxito en una cuestión de corto plazo, hay un shock, hay reacomodamientos, pero hay que ver la sostenibilidad a largo plazo”.
Según Marcelo Capello, vicepresidente del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), “en un país que transcurrió siete de las últimas ocho décadas con inflación alta o muy alta, y mayoritariamente con elevados desequilibrios fiscales, claro que es una buena noticia que un nuevo gobierno intente eliminar el déficit fiscal en su primer año, con políticas de shock”. Se trata de algo que había qué hacer, pese a sus costos: “Ocurre que, con esos antecedentes, ya no hay espacio para el gradualismo. Si bien siempre hay espacio para ser más ordenados, lo cierto es que reducir el déficit fiscal en 6 puntos del PIB en un año requiere tanto de ‘motosierra’ como ‘licuación’. Hay motivos para el optimismo, ya solo por el hecho que se está tratando de solucionar un problema que pocos intentaron hacerlo en las últimas ocho décadas”, señala el economista. “Podrían complicar los efectos sociales de la crisis, por la caída del 20% en los salarios reales y 28% en las jubilaciones en tres meses, además que seguramente está aumentando el desempleo por los despidos en el sector público, y por la recesión existente en el sector privado de la economía”, añade.
Aunque el propio Milei ha ha- blado de una recuperación en forma de “V”, con uno de los momentos más duros en marzo y abril, una preocupación cre- ciente es que el enfriamiento de la economía vaya demasiado lejos: el FMI ya rebajó drásticamente sus proyecciones para 2024, pasando de un crecimiento de 2,8% a una contracción de 2,8%, mientras que las cifras del Indec ya mostraron en enero que se desplomó 12,4% la producción industrial. Según estimaciones del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, entre diciembre y enero la pobreza también pegó un salto, pasando del 49,5% al 57,4%.
“Y ese es el lado B de todo, de la parte buena. Es brutal la recesión y va profundizándose, quizás en los próximos meses. Es un un ajuste muy importante, muy fuerte del gasto público y eso afecta a toda la actividad económica. También esta la licuación o caída del salario real en parte también por esto, porque hay shock de inflación y los salarios tardan en recomponerse, o no se van a recomponer del todo”, dice Hallak.
La reciente desaceleración de la inflación, de hecho, se podría explicar en parte por esta situación. “Y, bueno, no hay consumo. Hay rubros en que el consumo cayó entre 30 y 40%, enton- ces la gente está concentrada en comer, prioriza la alimentación y nada más. Se ha planchado el consumo y por eso ha caído la inflación, pero tiene mucho más para caer”, dice el analista financiero Mariano Sardans, de FDI Argentina. “Todas las previsiones dicen que el tercer trimestre la economía ya tiene que estar repuntando, especialmente dinamizada por el sector exportador, el turismo, la minería, la energía y el sector servicios”, señala el experto, que remarca que un tema clave será el postergado levantamiento del “cepo cambiario”, que podría ayudar a formalizar mucho del trabajo que hoy se hace en negro por las distorsiones del dólar y los impuestos al sector exportador.
Sus sensaciones sobre los primeros 100 días de Milei son mixtas: “Lo que nosotros decimos es que en la población argentina hay ‘mucho peronismo en sangre’, entonces no estoy ilusionado ni optimista, sino que estoy solamente esperanzado”, señala Sardans, al recordar que existen problemas de fondo que aún no se abordan, como la corrupción o la rigidez del mercado laboral y el sistema tributario argentino. Para el economista y consultor Iván Carrino, los datos hay que evaluarlos con cuidado.
“En los datos fiscales de enero, lo que más ha pesado ha sido la ‘licuadora’, que muestra una fuerte caída, en términos reales, de las jubilaciones y de los salarios de los funcionarios públicos, dos de los rubros que más relevancia tienen en el gasto primario del Estado. Por otro lado, también debemos destacar que el salto de la inflación de diciembre y su reducción en fe- brero tiene que ver con la política de liberación o sinceramiento parcial de muchos precios de la economía, una medida que era necesaria, y que hacía previsible tanto la fuerte aceleración de la inflación como su posterior de- saceleración. La clave a seguir mirando es el plan fiscal y monetario; en la medida que ambas variables se mantengan en una trayectoria de austeridad y control, podrá estabilizarse la economía y habrá luz al final del túnel”, asegura.
“Nunca es posible salir de ciclos populistas sin admitir la realidad”, remarca Carrino. “Y eso significa que salta la tasa de inflación, caen los salarios reales y se atraviesa una recesión. La- mentablemente, es el único camino posible para que —después de un tiempo— se estabili- ce la economía y las variables co- miencen a recuperarse. El riesgo más grande del momento es político. Las reformas de Milei son ambiciosas, pero también necesarias, y el arco político en Argentina, en general, está muy co- rrido a la izquierda. Gran parte de nuestros representantes quieren ‘tener la torta y comerla al mismo tiempo’, como se dice, entonces se oponen visceralmente a cualquier atisbo de ortodoxia económica que, básicamente, es la aplicación del principio de que la torta o la tienes y la reproduces, o la consumes y no la tienes más”.
Fuente: Mercurio Chile