Fecha: 03 de marzo, 2021
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Argentina experimenta un fuerte repunte en la entrada de divisas ayudada por los firmes precios globales de los granos, lo que ha desinflado el riesgo de una contundente devaluación del peso a corto plazo y le genera al Gobierno un respiro para desacelerar las reformas económicas en carpeta.
El país sudamericano, un importante productor de soja, maíz y trigo, se vio obligado a proteger el peso y las reservas internacionales del banco central (BCRA) con estrictos controles de cambio desde una caída del mercado en 2019. Esto había avivado los temores de una corrección repentina en la moneda.
Sin embargo, con los excelentes precios mundiales de los granos que alivian la situación cambiaria y el BCRA frenando su financiamiento al Tesoro, el Gobierno tiene prevista una depreciación más lenta del peso para el 2021, lo que calma las preocupaciones de los inversores.
“El ritmo oficial de devaluación se ha desacelerado”, dijo Roberto Drimer, economista de la consultora VaTnet en Buenos Aires.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, sostuvo recientemente que el peso caerá a diciembre a la zona de 102,4 por dólar, una caída en el orden del 25% anual, frente al nivel de 90 unidades actuales y estimaciones de analistas que esperan una inflación del 50% en 2021.
En el primer bimestre del año, la autoridad monetaria devaluó el peso un 6,32%, cuando la inflación minorista promedió un 7,3%, según datos de analistas privados y de Reuters.
El estadounidense Bank of America dijo en un informe de investigación que “la situación cambiaria (en Argentina) ha mejorado notablemente debido a la consolidación fiscal y la desaceleración monetaria”, y agregó que esto significaba que era poco probable una devaluación antes de las elecciones de mitad de término en octubre.
El BCRA compró unos 1.364 millones de dólares en los últimos tres meses, según operadores y datos de Reuters, frente a una salida de casi 5.000 millones en los cinco meses anteriores.
El banco estadounidense señaló que los altos precios de la soja podrían impulsar la balanza comercial en 7.000 millones de dólares, y dijo que la financiación adicional podría provenir de un impuesto a la riqueza planificado, más la liberación de reservas adicionales por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Sin embargo, hay otra cara de la realidad, dijeron los analistas. La menor presión sobre el tipo de cambio le da al Gobierno margen de maniobra -aunque exista atraso cambiario- para estancar reformas económicas más importantes y llegar a un acuerdo con el FMI, que se considera clave para estabilizar la frágil economía del país.
Argentina no tiene apuro por alcanzar un trato con el FMI, dijo el lunes el presidente argentino Alberto Fernández, en medio de preocupaciones de que no se logre un acuerdo antes de mayo, como se esperaba inicialmente.
Lo que se negocia es un plan de facilidades extendidas para devolver unos 44.000 millones de dólares desembolsados entre 2018 y 2019, sobre un acuerdo firmado por el exmandatario Mauricio Macri por 57.000 millones de dólares.
Bank of America dijo que existían serios riesgos de una demora en el acuerdo ya que la “mejora cambiaria da más margen de maniobra”, aunque no descartó que se podría llegar a un acuerdo a mediados de año.
El agente de liquidación y compensación Neix, de Argentina, dijo que la estrategia actual parecía estar utilizando el tipo de cambio oficial para anclar los precios ante la escalada inflacionaria, lo que podría exacerbar la ya elevada brecha con el tipo de cambio informal, utilizado a menudo por individuos y empresas frente a los controles cambiarios y la alta evasión impositiva.
Esa brecha entre el peso mayorista y el marginal es actualmente de alrededor del 60%, la más baja desde mediados del año pasado pero aún históricamente alta, lo que subraya la persistente demanda de dólares fuera del sistema bancario formal.
“De hecho, el piso de esta brecha no sólo dependerá de una variable, sino de un ‘combo’. Entre ellos, cómo avancen las conversaciones con el FMI, la recuperación económica y la pandemia (del COVID-19)”, dijo Sabrina Corujo, directora de la consultora Portfolio Personal Inversiones (PPI).
El economista Federico Furiase agregó que los “dólares del campo” (por el sector agrario) llegarán con las principales cosechas a partir de abril, aunque no descartó que en años electorales el Gobierno quiera utilizarlos para impulsar el gasto público.
El lento progreso en el cambio de política ha enfurecido a algunos acreedores y ha provocado que los precios de los bonos en moneda fuerte cayeran en picada, a pesar de una reestructuración exitosa el año pasado con acreedores privados. La inflación se asoma una vez más a medida que la economía se reabre y se libera la liquidez reprimida.
La economía argentina arrastra un derrumbe de casi un 15% en los últimos tres años, con altos niveles de desempleo y pobreza, que fueron exacerbados por la pandemia.
“Hay un clima de desesperanza y desconfianza”, dijo Mariano Sardáns, director de la gerenciadora de patrimonios FDI, y agregó que incluso un nuevo acuerdo con el FMI probablemente no elevaría los precios de los activos soberanos. “Aparentemente, los actores económicos necesitan un cambio político para revertir esta situación” de cara a las elecciones de octubre.
El peso viene de ceder un 37,07% en 2019, cuando la inflación trepó al 53,8%, mientras que en el 2020 perdió un 28,81%, ante un alza de precios del 36,1%, siendo Argentina uno de los países con mayor inflación en el mundo.
(Reporte de Jorge Otaola; Reporte adicional de Agustín Geist en Buenos Aires y Karin Strohecker en Londres; Gráficos Hernán Nessi; Editado por Adam Jourdan y Nicolás Misculin)
Fuente: Infobae