Fecha: 22 de junio, 2020
Hasta hace un par de meses abrir una cuenta bancaria en los EEUU, de forma remota, era todo un desafío.
La figurita difícil eran las cuentas para manejar saldos transitorios, también llamadas cuentas transaccionales, o sea las que usan con fines comerciales las empresas, los emprendedores, los profesionales y/o los importadores/exportadores. En otras palabras, el tipo de entidad financiera y cuenta que les permite a éstos recibir pagos de sus clientes y cancelar deudas a sus proveedores, dentro o fuera de EEUU.
Vale destacar que todo este tipo de movimientos no son bienvenidos en cuentas en brokers, las cuales son relativamente fáciles de abrir, pero también rápidamente se cierran cuando detectan este tipo de movimientos.
Hasta antes de la cuarentena que originó el COVID-19, eran contados los bancos en los EEUU que permitían abrir este tipo de cuenta en forma remota. El “gran cuco” de los bancos es no cumplir a rajatabla con el famoso KYC (Know-Your-Client) y que se le filtre un cliente envuelto en actividades ilícitas o, por el contrario, que la documentación que se le presente no corresponda a quien realmente va a manejar la cuenta.
Tener una cuenta en los EEUU no es menor para el latinoamericano; y mucho más para el argentino. Se trata de la plaza más conveniente desde el punto de vista de servicios bancarios, además de la más barata en lo que tiene que ver con costos de mantenimientos y comisiones por transferencias, ideal para hacer negocios con el mundo, más allá de ser la plaza más segura.
Esto demuestra que se puede ser flexible y adaptarse a los nuevos tiempos aún en empresas como las del sector financiero que siempre han sido muy rigurosas y poco flexibles. Algo para imitar en nuestras propias instituciones. El que sobrevive a las crisis no es el más grande, sino el más flexible. Esto ya lo decía Charles Darwin hace mucho tiempo y sin coronavirus.
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