Fecha: 19 de febrero, 2020
Desde que Alberto Fernández asumió como presidente, el precio del dólar oficial se mantiene en el orden de los $63, recargo del 30% y tope de u$s200 mediante. No obstante, la incertidumbre sobre la economía persiste y el riesgo país volvió a superar la barrera de los 2.000 puntos.
Según el BCRA, en el primer semestre de 2019 las inversiones de residentes en el extranjero sumaron u$s4.450 M, cifra que conforma la llamada “formación de activos externos”, que comúnmente se denomina fuga de divisas. Ese número fue superado ampliamente en agosto (mes de las PASO) con u$s5.900 M, y en octubre (mes electoral): u$s4.125 M.
Esto se debió, en parte, a que la Comisión Nacional de Valores (CNV) flexibilizó la apertura de cuentas en EE.UU. a través de un agente local para facilitar la operatoria.
En este marco, ya sea desde Internet o con la ayuda de un Agente Asesor Global de Inversiones (AAGI), surgen muchas variantes para disponer de una en países como Uruguay o Estados Unidos.
Más aun, luego de que la CNV diera el visto bueno para que estos últimos (AAGI) firmen acuerdos con brokers del exterior para abrir cuentas en Nueva York (al igual que los ALyC -Agentes de Liquidación o Compensación-, antes conocidos como Sociedades de Bolsa).
Varias de estas compañías avanzaron en este sentido. Otras, en tanto, sellaron convenios con una institución (como por ejemplo un agente de valores de Uruguay), regulado por el Banco Central de ese país (BCU), que a su vez tenga un convenio con brokers internacionales.
Entre estos últimos se destacan Saxo Bank, FC Stone y Pershing que, en general, no son demasiado exigentes con los mínimos requiridos para la apertura (existen otros que fijan un piso de u$s1 millón).
También hay otra alternativa a la que apelan quienes optan por invertir fuera de Argentina pero manejándose con una cuenta local: algunas ALyCs ofrecen esta posibilidad, con el respaldo de que están custodiados en una caja compensadora del exterior.
Antes del cepo, muchos argentinos armaban cuentas sin recurrir a un intermediario ni viajar a los Estados Unidos. Concretamente, valiéndose de sitios como tdameritrade.com o interactivebrokers.com, que aceptaban mínimos de u$s10.000. Pero todo cambió tras las restricciones.
“El Banco Central no permite transferir a brokers. Usan Safe Accounts (cuentas de inversión) que es donde tiene la plata el 80% de los argentinos. Pero sí se puede transferir a una cuenta bancaria propia del exterior”, indica a iProUP Mariano Sardáns, CEO de la gerenciadora de patrimonios FDI.
Según el experto, “abrirla es bastante fácil. Se puede ir a prácticamente cualquier sucursal con un pasaporte, a veces una boleta de servicio y un extracto bancario y listo”.
La empresa es una de las que ofrece el asesoramiento personalizado, aprovechando no sólo el título de AGI que le asignó la CNV (fue la segunda en conseguirlo y ya hay más de 15 en el mercado), sino también que en EE.UU. está inscripta como Registered Investment Advisor (RIA). En Uruguay, en tanto, como asesores de inversión.
“Para abrir una cuenta pedimos requisitos básicos de información: una boleta de servicio para cotejar el domicilio, extracto bancario para verificar que la persona está bancarizada, el pasaporte vigente y completar formularios”, afirma Sardáns, quien añade que no es necesario contar con la Visa del país en el que se invierte.
Otro de los jugadores locales que ofrece la posibilidad de abrir una cuenta en los Estados Unidos es Invertir OnLine (IOL). Previo al cepo, permitía hacerlo con un mínimo de 2.500 dólares, pero con las trabas que impuso el Banco Central se vio obligada a modificar la operatoria y subir ese mínimo a u$s7.500.
“Es una cuenta ómnibus a nombre de IOL, con tantos subcomitentes relacionados a IOL como clientes con cuentas. Lo hicimos así porque las transferencias eran instantáneas y podíamos ofrecer un mínimo de u$s2.500″, destaca Flavia Matsuda, coordinadora de Research de Invertir Online.
Tras el cepo, la firma tuvo que elevar ese número y evitar las transferencias, recurriendo a operaciones de “contado con liquidación” (con acciones y sus ADR).
“La cuenta sigue siendo ómnibus y lo vamos a poder seguir haciendo, si bien ahora es más costoso”, señala la coordinadora de research de IOL, en referencia al tipo de cambio más alto que hay que considerar.
Al igual que IOL, hay un puñado de ALyCs que ofrece la posibilidad de abrir cuentas en el extranjero, si bien prefieren el bajo perfil. Desde el punto de vista regulatorio, tal servicio es de private placement (es decir, oferta privada). A diferencia de la oferta pública, no puede publicitarse, comunicarse por mails masivos ni enviar a listas de distribución.
“Si lo hacés, estás violando la Ley de Oferta Pública”, explican desde una ALyC. Además, ante las restricciones, los argentinos aprovechan el llamado dólar bolsa para saltar el tope de u$s200 mensuales y transferir fondos al exterior.
“Muchos acuden al mercado de capitales, a un costo que es la diferencia entre el MEP y el contado con liqui, o recurren a la compra de un título que cotice afuera“, señala Sardáns, quien critica la decisión de haber prohibido a los brokers.
Antes de abrir una cuenta en Estados Unidos, es clave conocer la parte impositiva y qué impuestos se pagan en el país y fronteras afuera.
“Los portafolios que están en el exterior y generan renta están alcanzados por el Impuesto a las Ganancias de Argentina. En EE.UU., al tratarse de un no residente, no se abonan gravámenes sobre las ganancias financieras obtenidas en ese país“, señala a iProUP el tributarista César Litvin, CEO del Estudio Lisicki, Litvin & Asociados.
El Impuesto a las Ganancias, aclara Litvin, se aplica sobre el resultado neto en moneda dura. “Es decir: el precio de venta menos el costo de compra en la misma moneda. La diferencia de cambio no está gravada”, destaca.
Sobre la tenencia de activos en el exterior, asegura que las personas humanas no tributan hasta que no se generen beneficios. También se paga sobre el cobro de cupones que se vayan acreditando.
Otro de los tributos que alcanza a las inversiones en el exterior es el Impuesto a los Bienes Personales. Tras la Ley de Emergencia Económica, se ubica en:
– 0,7% para activos de hasta $3 millones
– 1,20% hasta $6,5 millones
– 1,8% hasta $18 millones
– 2,25% para montos superiores.
“Es una tasa alta teniendo en cuenta que algunos rendimientos financieros fuera del país rinden no más del 1 o 2%. Es un impuesto que se vuelve muy oneroso y se lleva parte importante de la renta”, detalla Litvin.
Otro dato clave a considerar es que en Estados Unidos está vigente el impuesto a la herencia para no residentes. “Es bastante alto, porque se paga a partir de patrimonios de más de u$s60.000 y va en una escala progresiva. En su máxima alícuota, llega casi al 50% del monto”, advierte el CEO del Estudio Lisicki, Litvin & Asociados.
Cuando una persona que tiene cuenta en ese país fallece y el heredero se presenta a hacerse cargo de sus bienes, es el momento en que le descuentan este gravamen.
“Lo que se hace para optimizar el lado fiscal es crear estructuras que queden fuera del impuesto a la herencia“, comenta César Litvin. Por ejemplo, agrega, se elabora algún trust o las inversiones financieras se ponen a nombre de una sociedad radicada en un país de bajos impuestos, como las Islas Vírgenes británicas, Belice o Panamá.
Ya con la cuenta en Estados Unidos, Sardáns afirma que entre los activos más recomendables están las letras del tesoro de Estados Unidos (T-Bill) a corto plazo, de no más de 9 meses. “Hoy, la clave es cubrirse, aparcar en un lugar seguro hasta que aclare la tormenta”, sostiene.
Respecto a las acciones de EE.UU., señala que los precios de esos activos están “estúpidamente caros” y que, en algún momento, “habrá algún catalizador que los va a reventar”.
Más allá de su visión de ir a los activos más seguros del mundo, Sardáns destaca que una de las características de FDI es el armado de carteras personalizadas por cliente según su objetivo, necesidades financieras o composición patrimonial. Otra es que no cobra comisiones por operaciones, sino que el cliente paga un fee (tarifa) por su administración.
“Se establece un contrato de prestación de servicios con el cliente, nos da un poder de administración sobre la cuenta y armamos la cartera con el propio interesado”, dice Sardáns, quien asegura que son la única AAGI inscripta en la CNV que no cobra comisión por operar.
El fee que cobra FDI es un 1% anual de la cartera cuando la misma es de hasta 1 millón de dólares. Para cifras más altas, la alícuota baja al 0,75% por la porción excedente hasta los u$s5 millones, por ejemplo.
“Por la comisión existió Madoff; por la comisión existió Hope Funds, porque pagaban altísimas tasas y atrás había un desfalco. Por esas comisiones, quienes vendían no les interesaba qué había atrás”, concluye.