“Los inversores entendieron que en el largo plazo -más de treinta años- el precio en dólares de los inmuebles sólo se ajusta en sintonía con la inflación en esta moneda”, comenta Mariano Sardáns, CEO de FDI.
Desde hace años, el mercado inmobiliario de la Argentina viene padeciendo golpes desde diferentes ángulos. Los inversores que siempre apostaron al ladrillo aprendieron, después de mucho equivocarse, que en este tipo de inversiones sólo se gana dinero aprovechando los ciclos del mercado y haciendo diferencia entre compra y venta en el menor tiempo posible. Entendieron que en el largo plazo -más de treinta años- el precio en dólares de los inmuebles sólo se ajusta en sintonía con la inflación en esta moneda. Ya saben que si desean quedarse con el inmueble, éste deberá brindarle una renta tributaria equivalente, igual o superior a inversiones alternativas, ya sean inmobiliarias o financieras, en el país o en el exterior.
Gran parte de lo que está sufriendo el sector inmobiliario argentino es análogo a lo que ocurre en todo el mundo: se encuentra colmado de inversores pero con gran escasez de usuarios finales o con ingresos muy bajos como para convalidar una renta acorde al valor inmovilizado. Los `años de fiesta` que produjo el dólar débil, y por ende el boom de los commodities y la construcción, han dejado una `resaca` que durará muchos años hasta que puedan `absorberse` los metros cuadrados construidos por demás.
Otros factores que han distorsionado al mercado de la Capital y el Gran Buenos Aires fueron los subsidios a las tarifas y el control de precios. La crisis que empezó hace seis años con los inmuebles de lujo -hoy muchos se alquilan por el valor de las expensas-, le llegó ahora a los pequeños inmuebles. Fueron casi los únicos que se construyeron en los últimos seis años, demandados por inversores que luego alquilaban a usuarios que sólo gracias a los subsidios de tarifas y a los controles de precios podían hacer frente a losgastos. Con la federalización de las tarifas, las personas están `recalculando` sus vidas. Muchos están volviendo a vivir con sus padres. Y los propietarios quizás tengan que elegir entre alquilar por el valor de las expensas y gastos fijos, o tenerlos vacíos.