En el mundo de las finanzas, la magnitud de los fondos administrados hace la diferencia. En otras palabras, cuanto mayor es el volumen total que se opera, mayores son las reducciones en precios y, por supuesto, también en comisiones.
De ahí el título de esta nota: “Cuanto más somos, menos pagamos”. El formato de compra colectiva beneficia de igual forma a los clientes chicos como a los grandes; siempre la sumatoria de muchos clientes chicos termina siendo mucho más grande que el más grande de los clientes.
Es decir, todos los clientes terminan teniendo los mismos beneficios independientemente del tamaño de sus carteras. De hecho, las plataformas de sistemas con las que se operan las cuentas de los clientes hoy en día nos permiten, luego de negociar los precios en bloque, asignarle a la cuenta de cada cliente el título por su proporcional comprado.
Este gran valor agregado se da fundamentalmente en el mercado de bonos, donde la diferencia de precios que se observa es tan dispar y, por ende, también lo es la rentabilidad de la inversión. El valor de la compra colectiva se hace más evidente al momento de reinvertir cupones o intereses, cada uno de los cuales son una fracción de la inversión inicial. En la recolocación, justamente, es donde se juega casi el 60% de la rentabilidad total de la inversión en un bono.
Lo mismo aplica para las comisiones, tanto las que se ven (por compra y/o venta), como las que no se ven (por amortización de capital, por cobro de intereses y dividendos, y por custodia). La negociación colectiva está contribuyendo a reducirlas cada día más y hasta a “erradicarlas” en muchos casos.
En FDI le trasladamos al cliente todos los beneficios que conseguimos ya que no tenemos conflictos de interés con él. Esto se debe a que nuestro sistema de honorarios es claro, transparente y termina auto-pagándose por los ahorros que generamos. De esta forma, continuamos agregándole valor a medida que crecemos en cantidad de clientes y activos bajo administración.