Inversores argentinos en GRAVES problemas

Inversores argentinos en GRAVES problemas

El 2018 es el primer año en el que rige el impuesto a la renta financiera, como se lo conoce popularmente. El nombre técnico del gravamen es Impuesto Cedular, y también alcanza a las ganancias originadas por la compra/venta de inmuebles.

Las entidades financieras en Argentina, que incluyen bancos y sociedades de bolsa, están obligadas a emitir un informe tributario antes de mediados de mayo. El mismo deberá consignar cuánto ganó/perdió el cliente, qué ingresos recibió, por qué concepto y de qué título. Hasta ahí todo bien.

Pero no todo está bien. Reflexionemos sobre el tema:

Problemas con el informe. Si el contribuyente transfirió títulos de una entidad financiera argentina a otra ¿cómo hace la entidad financiera receptora de los títulos para saber el precio de adquisición de los mismos, para calcular la ganancia/pérdida en caso de venta? Lo mismo sucede si el título fue transferido al exterior una vez adquirido en Argentina. La entidad obligada a emitir el informe no tiene los elementos para que esté completo.

Quienes tienen cuentas en el exterior. Para estos casos, no habrá informe alguno que ayude a morigerar el trabajo de sus contadores. Los formularios 1042 y 1099 que emiten las entidades financieras de EEUU, por ejemplo, sólo informan sobre intereses y dividendos, pero no distinguen los títulos que los generaron. Estos informes son insuficientes para el cálculo de impuestos.

Quienes llevan un doble comando. Me refiero a los argentinos que tienen repartidas sus inversiones en más de una entidad financiera o con más de un asesor. Estos casos están en la peor situación. No sólo se perjudican por la falta de coordinación entre sus multi-asesores para realizar compras y ventas de forma tal de compensar pérdidas y ganancias y así evitar impuestos, sino que además le suma complejidad al trabajo de los contadores ya que cada entidad financiera tiene un “lenguaje” diferente en como reporta los movimientos de las cuentas e identifica los títulos.

Los contadores. En nuestra experiencia, el contador promedio puede tener gran capacidad contable y también impositiva, fundamentalmente en el tramo final de procesar la información ya consolidada. La tarea de generar esa información es algo bien distinto y requiere un conocimiento financiero y de interpretación tributaria que la mayoría de los contadores no posee (ni tiene forma de obtener). Hay que ayudar al contador, presentándole la información ya consolidada y procesada por profesionales idóneos, para que pueda presentar con éxito la declaración impositiva.

No queda otra que aprender de impuestos. El contribuyente va a tener que involucrarse en la confección de su declaración jurada, si es que no quiere pagar impuestos de más o peor aún, tener contingencias con la AFIP. Al igual que como hacen los contribuyentes de muchos países, no va a quedar otra que aprender (por lo menos) algo de impuestos y sentarse al lado del contador, para revisar la declaración jurada junto a él.

En definitiva, son muchas las variables a tener en cuenta y faltan pocas semanas para el vencimiento de la presentación (mediados de junio). Es muy poco tiempo físico para llegar a tiempo. Por bueno que sea tu contador (y me consta que los hay) seguro que ninguno de ellos es mago para atender a todos sus clientes y hacer las cosas bien en tan poco tiempo (y recordemos que recién a mediados de mayo estarán disponibles los informes de las entidades financieras locales).

¿Consejo de amigo? Asegurate de tener toda la información financiera de tus cuentas y de tener a tu asesor/es financieros a mano. Pedile ya mismo una cita a tu contador y ni se te ocurra “pelearle” los honorarios.

Ánimo.

Mariano Sardáns
CEO de FDI.
Gerenciadora de Patrimonios

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