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En esta nota, Mariano Sardáns comenta que la reforma tributaria trae consigo una complejidad para los inversores y sus asesores –financieros, inmobiliarios y tributarios- sobre la que parece no haber conciencia, o por lo menos nadie menciona.
La reforma tributaria trae consigo una complejidad para los inversores y sus asesores –financieros, inmobiliarios y tributarios- sobre la que parece no haber conciencia, o por lo menos nadie menciona.
No sólo se “crean” nuevos impuestos al remover exenciones, sino que también se agregan particularidades que dificultan la toma de decisiones de inversión y desinversión, su registro y seguimiento, el cálculo posterior de los impuestos a pagar y el registro de las pérdidas para ser tomadas a cuenta de ganancias futuras.
Veamos algunos ejemplos para aclarar de qué estamos hablando:
El problema que se le suscita a los inversores es que el foco de los FCI está en la compra y venta diaria de títulos de acuerdo a sus necesidades de liquidez y en la búsqueda de lograr, en la teoría, la mayor rentabilidad posible, pero nunca, aunque quisiesen, en lo que tributariamente es más conveniente para cada uno de sus inversores.
Dicho esto, cada compra y venta -innecesaria o no- que realiza el fondo, implicará una realización de ganancias y pérdidas que se le trasladarán al inversor y que por lo tanto afectará el cálculo de sus impuestos a pagar, cuando por ejemplo podría haber diferido el pago del mismo hasta el año siguiente, en caso de haberse tratado de una colocación a plazo y en cabeza propia.
Si tenemos en cuenta que un fondo del tipo money market (los que tiene Lebacs, entre otras tenencias) puede tener títulos que pagarán el 5% de alícuota y otros el 15% (ambos denominados en pesos), la reforma tributaria modificará sustancialmente lo que anteriormente podía considerarse “conveniente” para el fondo e incluso para el inversor, aun cumpliendo dicho fondo con sus objetivos de liquidez y renta.
El ejemplo extremo lo tenemos con los fondos llamados “balanceados”, los cuales tienen adentro bonos en pesos, en dólares, acciones argentinas, acciones del exterior, títulos indexados, etc., todos gravados por diferentes alícuotas y con diferentes métodos de cálculo. Un cóctel que puede resultar mortal para las finanzas e impuestos del inversor.
El blanqueo y el cierre del último año fiscal demostraron lo complejo y costoso –por tiempo y honorarios extras- que es calcular los impuestos derivados por tenencias en el extranjero. De hecho, miles de contribuyentes tienen aún pendiente la presentación de sus declaraciones juradas del 2016 que debió haberse realizado antes de junio de 2017, lo cual les significará importantes multas.
La reforma tributaria torna las cosas aún más complejas y obliga al inversor a agudizar la selección de profesionales que lo ayuden a planificar las decisiones de inversión y desinversión utilizando estrategias financieras/impositivas que contribuyan a maximizar las ganancias y a minimizar los costos, comisiones e impuestos.